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Apenasnadie

Cosas mías

El Arco Iris

 

EL ARCO IRIS
La historia de un niño
Había una vez un niño, tenía 8 años, vivía en una casa baja, de las antiguas de la Ciudad Lineal y lindaba directamente con el campo abierto, campo que, por entonces, era de labor, crecía el trigo, avena, centeno, garbandoz, etc.
Su vida, solitaria, no era triste, se había acostumbrado a estar sin amigos todos los días, debido a ello era un niño muy observador, reflexivo en lo que veía, con unos ojos azules que se abrían asombrados a todo lo que podían captar con el ánimo de desacubrirlo todo. Siemper preguntaba el porquñe de las cosas, no le bastaba ver una flor, quería saber porque estaba allí y quien la puso.
Vivía felix dentro de lo que se podía denominar felicidad porque no conocía otra cosa para comparar.
Una tarde de principio de verano, se desató una tormenta de esas que duran muy poco ralmente, pero que son abundantes en agua. Al rato dejó de llover, y como hacía siempre, salio al campo a contemplar los efectos de la lluvia recien caída. El campo estaba precioso, los hierbajos y matorrales brillaban por el efecto del agua derramada sobre ellos, acá y allá, resaltaban reflejos y destellos de colores al incidir los rayos del sol sobre las gotas de agua que adornaban la vegetación. De pronto se quedó extasiado, levantó la vista y allí, en medio del cielo, haía algo que no podía comprender... una serie de colores alineados en un gran arco que se extendía de un lado al otro del campo.
Se quedó parado observando aquello, quizá lo habría visto en otras ocasiones anteriores, no lo recordaba, pero aquella rarde fue especial. El arco de colores brillaba intensamente y, fijandose un poco, se podía entrever otro arco mas tenue, como la sombra del primero.
Como era un domingo su padre estaba en casa, y fue a preguntarle que era aquello tan asombroso que estaba en el cielo.
--¿Papá, que es eso que brilla en el cielo...?
--Es el Arco Iris...
--¿El Aro Iris... quien lo ha puesto... porqué lo ha puesto.
Su padre lo miró y moviendo la cabeza le dijo:
--Siempre estas preguntandolo todo, bueno veras... el Arco Iris lo ponen ahí las personas que nos quieren y ya se han muerto, para decirnos que nos siguen queriendo y que estan bien donde están-- añadió --No importa que tu no las hayas conocido, ellas si te conocen a ti y te estan saludando.
El niño quedó muy impresionado por aquello aunque no logró comprenderlo del todo, para él el concepto de la muerte era algo vago y extraño.
Pocos días mas tarde, en el colegio la profesora, en una clase de ciencias naturales, pregunto si alguno sabia lo que era el Arco Iris.
Rápidamente levantó la mano y dijo:
--Yo lo se, señorita, es el saludo que nos hacen las personas que nos aman y que se han muerto.
La risotada en la clase fue general. La profesora miró largamente a aquel niño y, acercandose a el, le acarició la cabeza con dulzura.
--No os riais, tiene razón, el Arco Iris es la reflexion de la luz de Sol sobre las gotas de agua suspendidas, eso es cierto, pero las personas que nos ama han puesto las gotas ahí para que se refleje la luz, de alguna forma nos estan saludando.-- y mirndo al niño añadió --la verdad es que es la definición mas hermosa del Aco Iris que me han dicho jamás, muchas gracias.
El niño quedo satisfecho con aquello entendiendo que su profesora le habia salvado del ridiculo de sus compañeros. Aquella profesora quedó para siempre en un rincón de su corazón y aunque ha olvidado su nombre, jamás olvido su imagen.
Pasaron los años, el niño creció y se convirtio en un hombre que fue negando la existencia del niño, incluso llego a olvidarse de él. La Vida le fue llevando por caminos insospechados, unos buenos otros menos buenos, como a todo el mundo.
Siendo ya mayor, casi con 50 años, murió su padre. Extrañamente se sintió muy solo con aquella perdida, y eso que ambos no habian tenido una comunicacion muy buena entre ellos, hablaban poco de sus cosas y no habia demasiado contacto, pero se sintió de pronto huérfano y terriblemente solo.
A los cuatro días del entierro de su padre, sucedió algo que nunca habia pasado y que tampso volvió a pasar, una mañana le despertó el brillo de un rayo de Sol sobre la cara, directamente a los ojos. Aquello era insólito, el Sol no podía incidir en su cara, nunca lo había hecho. Sobresaltado se irguió en la cama y tuvo la constancia real de la presencia casi física de su padre a su lado. Mirño por la ventana y comprobó que el Sol habia sido reflejado por un coche, misteriosamente aparcado en el campo, y por eso sintió el rayo en la cara.
Comprendió que su padre le estaba dando un mensaje, que se encontraba bien y que era feliz alla donde estuviese. Lloró un rato a solas, para que nadie pudiese verlo y poco a poco se fue calmando y sintió que una felicidad le embargaba suavemente allá por donde debe de andar el Alma.
Aquella tarde hubo una tormenta inesperada, de pronto el cielo se cubrió de nubes y comenzó a llover fuertemente. Tan rápido como empezó acabó la tormenta, se abrieron las nubes y lucio el Sol con fuerza, de pronto, frente a él se abrió un enorme y maravilloso Arco Iris, con todos sus colores brillante.
Salió al campo para contemplarlo mejor y se sentó en una piedra al borde del camino. Allí nuevamente lloró, pero ahora era de alegría, de felicidad, pues acababa de recordar la palabras de su padre casi 40 años antes cuando le explico de niño que era aquello del Arco Iris.
Aquella tarde comprendió dos cosas, primero que hay otra Vida tras esta Vida y que, de alguna forma, se pueden enviar mensajes.
La segunda es que volvio a encontrarse con el niño que llevaba dentro, aquel mismo niño que se extasió con su primer Arco Iris, entendió que lo ponía Dios o quien fuese para mostrarnos el camino hacia la felicidad, pero que únicamente podríamos verlo si lo mirabamos con ojos de niño, tal y como estaba haciendo el en esos momentos. Se juró que no volvería a olvidarse del niño que todavía era y convivió con el para siempre.
Esta historia puede ser real o no, durante muchos años no quise ver al niño que llevo dentro hasta cierta tarde que, sentado en una piedra en el campo, descubrí que sigo siendo el mismo niño de antes, con muchos mas años, pero ¿que importa...? desde ese día miro las cosas con los ojos de niño y he descubierto un mundo insospechado de pequeños milagros diarios, de hechos asombrosos alla donde miro.
Se que el camino hacia la felicidad está en el Arco Iris, y me importa poco que me digan que soy un soñador, que así no se vive, que hay que mirar las cosas con la realidad de la Vida y ¿Cual es esa realdidad...?
Yo alimento al niño que soy, busco cada día el mejor momento para que me inspire en mi vida, en mi forma de enfrentarme a las cosas, porque, gracias a el, he llegado a ser lo que quería ser, ahora soy. . .
Apenasnadie
29 de abril de 2006

En el parque

Cool

 Hoy estaaba el parque precioso, ya se siente la proximidad del verano casi, los troncos de los pinos, recalentados por un sol que ya aprieta lo suyo, desprenden un olor a resina, a madera caliente. Todo el parque es aromas.

Están segando el cesped, bueno, llevan dos meses que no paran. Vienen dos operarios en sendas máquinas segadoras a motor y se paean por todas partes llevándose por delante las hierbas, flores y demás cosas que osen crecer. Digo llevándose por delante porque es lo que hace, son como el caballo mecánico de Atila, donde ponen la rueda no crece la hierba. Si, así hacem, más que segar lo que sucede es que la arrancan y lo están dejando todo arrasado.

De nada sirve advertirles lo que están haciendo, tienen que segar y siegan, aunque se estén cargando todas las praderillas, antes tan bonitas de flores y demás, convirtiendolas en auténticos eriales llenos, ademas, de los restos de la hierba cortada, porque sus caballitos de Atila no tienen recipiente para recoger la hierba cortada, la expulsan fuera y ahí se queda.

Hoimbre, siempre será mejor que si no lo cuidasen, pero el exceso de celo tampoco es conveniente, pues por ejemplo, en otoño se pasan días y días recogiendo las hojas muertas en grandes montones que, el viento, los niños y mi perro se encargan de esparcir a cada momento. Pero no importa, vuelven a levantar el´montón de hojas como si nada.

No sirve de nada decirles que los paseos quedn preciosos en otoño con las hojas muertas, que para eso es otoño, y que, además, las hojas muertas al pudrirse hacen doble función, aromatizan el ambiente con su olor dulzón y sirven de abono natural a las proximas plantas. No, tienen que recogerrlas en loor de no que se orden municipal de una persona que, con toda seguridad, el parque mas cercano que ha visto debio ser en fotografía de Candanchú, por ejemplo. . .

De todas formas, muy pronto, en cuanto apriete el calor se secará por falta de agua y se volverá de un tono pajizo y abrasado por el Sol que no perdona, dándole otro aspecto bien distinto del que tiene la mayor parte del año.

Hombre, la verdad es que lo prefiero así y no como el que había donde vivía antes, en Fuencarral, que como decian Victor y Diego hace años "eso no es parque ni es na...".

Bien, aunque sea Apenasnadie me encanta ir al parque y visitarlo con mi perro, estas cosas acaban siendo un mal menor en comparación con otros parques que conozco. Es una gran suerte tenerlo tan cerca de casa y poderlo disfrutar...

Os invito a venir . . .

Apenasnadie - 26 de abril de 2006